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Conciencia Existencia Realizacion – Antonio Blay

Conciencia Existencia Realizacion – Antonio Blay. PDF

En más de una ocasión se han puesto en contacto con quien esto escribe diferentes personas que se habían propuesto la tarea de escribir una biografía de Antonio Blay. Su interés en hablar conmigo procedía del hecho de que yo había sido (como otros muchos) un seguidor de su obra durante bastantes años, y suponían que les podía facilitar datos para su propósito.
Se formularon las preguntas típicas sobre qué hizo, adonde fue, que encuentros tuvo, sobre sus inquietudes o realizaciones sociales, etcétera, y, sinceramente, yo no era capaz de aportar los datos suficientes que sirvieran para presentar una figura de Blay con interesantes acontecimientos externos, o sea «biografiables». Otro tanto ocurrió al ser consultados sus familiares más allegados.
Al hablar de biografías uno piensa enseguida en las vidas que presentan una secuencia llena de interesantes acontecimientos y de hechos significativos o decisivos para la historia o una parte especializada de ella. Como es el caso de la vida de Lincoln, que logró la emancipación o liberación de una raza, o la de Schliemann, que desenterró Troya y Micenas, o la de Colón, que descubrió un mundo nuevo, por citar sólo algunas de esas vidas.
De Blay no se puede narrar nada parecido a esto, sencillamente porque la aventura de Blay fue interior, sin embargo, él nos dio las claves para la liberación de las energías del inconsciente, también desenterró (hizo emerger) tesoros de las ciudadelas interiores, y nos ofreció nuevos horizontes, vistas infinitas de espacios inmensos, aunque todo ello referido siempre a la experiencia psicológica, psíquica y espiritual, a la vida interna del ser humano. Y aunque su mensaje sea claro, insistente e inequívoco, su aventura, su proceso, sus propios esfuerzos para culminar su trabajo -en su función de servicio a los demás-, todo eso, a mi modo de ver, no es apto, no sirve para ser narrado, porque nadie sabría explicarlo; ni más ni menos. Solo él, en todo caso, hubiera podido hacerlo y no lo hizo; lo cual está en consecuencia con su modo de ser y su mensaje, pues las autobiografías, en general -aquí cabrían notabilísimas y puntuales excepciones-, responden a un ejercicio del yo-idea, y el trabajo de Blay iba en otra dirección, precisamente en la dirección contraria.
Junto a Blay, fueron muchas las personas que tuvieron (tuvimos) lo que Abraham Maslow califica como «experiencias cumbre». Pero con todo lo que significaron estas experiencias para nosotros, en todos quedó siempre la sensación de que se estaba viviendo sólo una parte de lo que él vivía del todo; pero no obstante éramos muy afortunados de poder participar de algo tan intenso, tan profundo en cuanto a paz, amor, beatitud, por unos minutos; aún cuando también presentíamos que él lo vivía siempre (o casi siempre).
Por ello pienso que es tan difícil explicar la vida de Blay ya que, además de las dotes de su personalidad original e irrepetible, el genuino valor de Blay no residía en lo que hizo sino en lo que era. Y lo que hizo para dar paso a eso que era, ésta es su aventura, y es totalmente interna, no externa. A lo externo, lo anecdótico, no le dio nunca demasiada importancia en lo que se refiere a él mismo.
El extraordinario valor de la manifestación de Blay, estuvo en su capacidad comunicativa de la vida interior, en sus conferencias, en sus cursos, cursillos, charlas, reuniones, en su trato personal y en su presencia cálida y expandida en todas estas ocasiones. De gran parte de estas vivencias nos queda su obra escrita (y también la parte de ella transcrita por algunos de sus seguidores), la cual nos da testimonio auténtico y enseñanza eficaz para todos aquellos que sintonizan con su «longitud de onda» espiritual y psicológica. Es aquí, en su obra, creemos, donde está su verdadera biografía.
En este libro se ofrecen varias conferencias o lecciones, transcritas de cintas magnetofónicas grabadas en diferentes encuentros con sus alumnos o seguidores. Estas charlas frecuentemente son enriquecidas mediante activos diálogos con los participantes en ellas, en los cuales siempre se mostraba un Blay nuevo, inspirado, certero en sus apreciaciones, y capaz de comunicar, de «contagiar» su plenitud, su energía-gozo, de prender la mecha de la aspiración en sus interlocutores.
Como podrá verse, en algunas de las charlas (o en fragmentos de las mismas) la formulación de Blay se encaminó más directamente al diálogo, como en la titulada Nuestro funcionamiento psicológico en la que éstos son muy numerosos; en cambio, en otras su planteamiento se formuló deliberadamente de una manera más directa, en la forma de conferencia-lección, con menos intervenciones por parte de los oyentes. En alguna de ellas el enfoque es más de tipo psicológico, en otras más metafísico, en otras hace uso de un vocabulario más religioso, con referencias cristianas, y ello siempre de manera acorde al argumento propuesto o suscitado por las preguntas formuladas. En ciertas ocasiones trata de aspectos técnicos, y en otras parece indicar que ninguna técnica es necesaria. También esto dependía del contexto de la argumentación o de las necesidades del interlocutor implicado en aquel momento.
Pero en todas ellas, Blay ofreció técnicas, claves de trabajo o simplemente sugerencias que apuntan a lo más hondo de cada uno, teniendo siempre como fundamento su «leitmotiv», su constante orientación hacia el Ser, y como la flecha que certeramente se dirige hacia el blanco, así su aspiración surgida del centro de sí mismo se dirigía a la diana, al objetivo de su vida, al contacto consciente con lo eterno.


Antonio Blay Fontcuberta. (Barcelona 1.924 – 1.985)  Actualmente se le considera el psicólogo precursor de la Psicología Transpersonal en España. “Su obra abarca desde los aspectos académicos de la psicología moderna, incluyendo los aspectos humanísticos, hasta la experiencia trascendente de los místicos occidentales y orientales” (Def. Gran Enciclopedia Catalana).
Somos muchas las personas que estamos interesadas e implicadas en atender un anhelo, una inquietud interna. Le ponemos distintos nombres y tratamos de desarrollarlo por distintas vías. Somos muchas las personas que compartimos la vivencia de que la aportación de Antonio Blay resulta fundamental en nuestra búsqueda, en el desarrollo de nuestra demanda. Compartimos la vivencia de que con su aportación nos sitúa, nos ordena y orienta, a un nivel que sentimos resonar internamente como muy auténtico o genuino.

Antonio Blay nos habla de un modo claro, concreto, directo; pero sobre todo nos habla de un modo sincero. Nos habla desde su experiencia. Su interés, nos dijo en muchas ocasiones, nunca fue crear adeptos, hacer escuela. Él estaba interesado en transmitir su Experiencia, con el fin de que nos fuera útil, con el fin de que nos estimulara y orientara en nuestro proceder. Puedo afirmar, sin miedo a equivocarme, que su aportación cumple sobradamente tales objetivos. Veinte años después de su muerte, el impacto de su aportación sigue extendiéndose. Cada vez somos más los que nos interesamos por sus planteamientos y sus propuestas. Por otro lado, aquellos que las conocemos, fácilmente tendemos a implicarnos progresivamente más en ellas.


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