Fuente: La felicidad es la certeza de no sentirse perdido – LMEM
¿Cuántas vences nos hemos preguntado si realmente somos felices? ¿Por qué a veces nos sentimos tan perdidos que no sabemos exactamente cuál debe ser el rumbo que debemos tomar? Encontrar el sentido de nuestra vida es descubrir, al menos en parte, la llave de la felicidad.
La vieja discusión del mundo de la filosofía y de la psicología sobre qué significa ser feliz en la vida cotidiana se ha llegado a plantear en términos de si existe o no, si es tan solo algo transitorio o si de verdad se puede ser feliz. La discusión, como siempre, tiene mucho que ver con la pregunta de a qué llamamos felicidad.
También se han intentado establecer líneas de separación y relación con otros conceptos muy relacionados, como la alegría. En cualquier caso, en lo que la mayoría de los autores coinciden es que en la definición de felicidad existe una parte subjetiva que tiene que descubrir y definir cada uno, de ahí quizás que sea tan fascinante.
La felicidad es un estado personal interno
Podemos estar alegres y ser infelices; podemos estar tristes y ser felices. Así lo recoge un estudio longitudinal basado en la felicidad de personas de más de 148 países, donde se extrae la conclusión de que este concepto es un estado interior y que no tiene tanto que ver con lo que nos pasa de piel hacia fuera como de piel hacia dentro.
Según revela este estudio sobre la felicidad, los españoles viven una media de 58,8 años felices. Este dato sitúa al país en los primeros puestos de una lista formada por un total 148 naciones, lo que supone una gran representación (concretamente más del 95% de la población mundial).
La felicidad está íntimamente ligada con encontrar nuestro rumbo
Como bien dijo Jorge Bucay, la felicidad también puede ser definida como la certeza de no sentirse perdido. Este autor, en la línea de las nuevas investigaciones sobre el bienestar personal, afirma que ser feliz tiene mucho que ver con conocer nuestro rumbo.
La felicidad no se relaciona con llegar a ningún lugar, sino con ir en una dirección adecuada. No se refiere a la alegría vanidosa que pueda nacer de haber conseguido, o ser capaz de conseguir, lo que otros no consiguieron. Esto no hace feliz a muy pocos o a nadie. Es mentira que la felicidad tenga que ver con estos logros tan tontos que hacen que, una vez que se consiguen, necesites buscarte uno nuevo porque el finalizado ya caducó.
La felicidad participa y se nutre de la mente clara que te dirige en una dirección. Disfruta de los desafíos cuando la senda que hemos elegido está en sintonía con los valores que apoyamos, cuando tiene la confianza de que pase lo que pase siempre puede mirar la brújula y seguir avanzando, creciendo y viviendo aventuras. Precisamente, en esa emoción, la felicidad se recrea, crece y nos inunda.