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El Proyecto Personal – Voluntad de andar en Verdad.

Proyecto Personal:  PDF

Proyecto Personal, voluntad de andar en verdad.

Mi vida como “proyecto” significa, voluntad de andar en verdad, de tomar en serio mi propia vida: la voluntad de vivir la propia identidad, y esto, o lo asiento en mi propia libertad…, o el invento no sirve para nada. El proyecto “no” puede ser impuesto. Tiene que encontrar sus motivaciones (del latín movere) en la voluntad soberana de cada uno, en la voluntad de cada grupo de andar en espíritu y en verdad.

El proyecto es mucho más que un horario en el que se ordena la vida de un grupo o de una persona: es vivir en discernimiento y en dinámica de crecimiento en el espíritu, en el SER, y esto solo acontece cuando la libertad se entrega.

Vivir en clave de proyecto significa que las personas o el grupo quieren poner en juego su propia verdad, sus dinamismos más íntimos, sus actitudes y opciones más autenticas.

La idea de proyecto, implica la voluntad de llegar a conocerse y a aceptarse tal como uno ES y a discernir los fondos del propio corazón: quien soy yo y cuáles son mis capacidades y mis limitaciones: Qué idea y valoración tengo de mí mismo: dónde se fundamenta mi vida: qué es lo que quiero de verdad: cuales son las trampas en las que se atrinchera consciente o inconsciente mi narcisismo…  Allí donde me juego mi propia vida, tanto el voluntarismo como el autoritarismo están destinados al fracaso.

Pero una verdadera identidad sólo puede echar raíces cuando crece en la tierra fértil de las propias experiencias vividas, en relaciones interpersonales de calidad, en la propia voluntad de verdad y en experiencias de fundamentación consolidadas en la trayectoria de la propia historia personal.

Junto a los grupos de pertenencia y de referencia en los que se fragua nuestra identidad está la propia libertad como centro de donde parten las relaciones auténticas, donde se toman las opciones decisivas, donde se vive la vida como vocación, como proyecto.

El proyecto quiere hacer de todo ello objeto de discernimiento, ámbito de iluminación interior para que la propia identidad se fundamente en la única roca firme sobre la que puede emerger la autenticidad de vida: la libertad personal que se conoce y acepta a sí misma, que decide compartir proyectos con otras libertades y abrirse amorosamente en obediencia a la voluntad del SER, a la voluntad del AMOR, a la voluntad de DIOS, a la voluntad de “algo”/Alguien que no soy Yo, que está y permanece más allá de mí.

((BRUTAL, brutal, drástico, radical. Ahora la expresión:

 < Señor haz de mí lo que Tú desees, haz en mí tu voluntad > tiene sentido en mi corazón. Y sé que es regalo)).

 ¡Señor, haz de mí un instrumento de tu paz!
Que allí donde haya odio, ponga yo amor;
donde haya ofensa, ponga yo perdón;
donde haya discordia, ponga yo unión;
donde haya error, ponga yo verdad;
donde haya duda, ponga yo fe;
donde haya desesperación, ponga yo esperanza;
donde haya tinieblas, ponga yo luz;
donde haya tristeza, ponga yo alegría.

¡Oh, Maestro!, que no busque yo tanto
ser consolado como consolar;
ser comprendido, como comprender;
ser amado, como amar.

Porque dando es como se recibe;
olvidando, como se encuentra;
perdonando, como se es perdonado;
muriendo, como se resucita a la vida eterna.

 Francisco de Asís

 Mi proyecto de VIDA, nace de la convicción de que el proyecto debe comenzar por mí mismo.

El Sufi Bajazid dice acerca de sí mismo:

De joven yo era un revolucionario y mi oración consistía en decir a Dios: “Señor dame fuerzas para cambiar el mundo.”

A medida que fui haciéndome adulto y caí en la cuenta de que me había pasado media vida sin haber logrado cambiar a una sola alma, transforme mi oración y comencé a decir: “Señor, dame la gracia de transformar a cuantos entran en contacto conmigo, aunque sólo sea a mi familia y a mis amigos. Con eso me doy por satisfecho.”

Ahora que soy un viejo y tengo los días contados he empezado a comprender lo estúpido que yo he sido. Mi única oración es la siguiente: “Señor, dame la gracia de cambiarme a mí mismo.” Si yo hubiera orado de este modo desde el principio, no habría malgastado mi vida.

Anthony de Mello “El canto del pájaro”

Con frecuencia me vacío en extenuantes tareas, en generosos proyectos… y olvido que todo eso puede ser una trampa para huir del desafío radical: el encuentro con mi propia verdad.

Razones para querer trabajar en  un proyecto personal.
  • Ser una persona que me tengo que mover en espacios de autonomía y responsabilidad.
  • Necesidad de armonizar dialécticamente lo personal y el grupo.
  • La pedagogía de “abajo arriba” de “dentro a fuera”, frente a las más autoritarias y objetivistas.
  • La nueva conciencia de que la vida y el proyecto se viven procesualmente y que cada uno debe estar atento a lo especifico de su propio momento: edad, crisis, situaciones nuevas…
  • Necesidad sentida hoy más que nunca de vivir al filo de una identidad bien clarificada.
¿Qué es y que no es EL PROYECTO?

El proyecto es ante todo “voluntad de verdad”, es tomarme en serio la aventura de la vida, es autoconocimiento y es discernimiento en el Espíritu.

El proyecto no consiste en ordenar una serie de objetivos y mediaciones, ni en alcanzar a toda costa una vida moralmente más perfecta, ni en someter los resultados a evaluaciones periódicas. Puede darse todo esto y no existir un proyecto.

En cambio, pudiera faltar todo esto y darse un proyecto bien definido.

Para que exista proyecto, tienen que darse algunas condiciones básicas en la o las personas que lo hacen:

  1. AUTONOMIA: Capacidad de tomar la vida en las propias manos para vivir la aventura de la propia libertad.
  2. AUTENTICIDAD: Capacidad de adentrarse serenamente en sí mismo, para avanzar en un proceso de conocimiento y aceptación:
  • Conocerse, esto es, saber quién soy y como soy en mis cualidades y limitaciones y en mis fondos existenciales.
  • Reconocerse, esto es, no defenderme ni ocultarme de mí mismo, sino poderme decir con serena lucidez: “Ese soy yo”.
  • Aceptarse, es decir, quererme como soy incluidas mis limitaciones, que es como mi Diseñador y Creador me quiere.
  1. DISCERNIMIENTO: Apertura al Espíritu, único capaz de iluminar los fondos del corazón y de lograr el milagro de hacernos salir de nuestro connatural narcisismo para confiar nuestras vidas al SER, al Amor, a Dios.

Si no construimos el proyecto sobre estas tres columnas, puede convertirse fácilmente en una trampa que en vez de liberar esclavice aun más.

Yo puedo pensar que “Tengo muy claro” lo que debo y lo que quiero: alcanzar un nivel de perfección. Pero puede ocurrir que esa aspiración sea la trampa, disfrazada de virtud, que inconscientemente mi yo compulsivo me tiende. Mis trampas del yo compulsivo pueden ser muy variadas: voluntarismo, perfeccionismo, afán de controlar mi propia existencia, mi propia salvación, las diversas formas de inconsistencias sicológicas instaladas en mi subconsciente… etc.

MEDIACIONES.

El ideal y las mediaciones son inseparables, son como dos raíles sobre los que avanza la persona hacia su futuro.

Toda dinámica de crecimiento, tanto personal como del grupo, requiere de la adopción de determinadas mediaciones que posibiliten llevar a cabo el proyecto asumido.

Muchas de las mediaciones tradicionales, han ido entrando en crisis porque ya no van con el talante del hombre moderno, pero el hecho de que sin mediaciones no podemos caminar nos lleva a crear nuevas.

Lo importante es estar abierto a la ayuda que se nos ofrece en ellas.

La gran mayoría de las mediciones tienen un valor temporal, para un determinado momento de la vida o de la historia. La gran mayoría de las mediciones dependen en buena parte de la sensibilidad y del talante de la época en que nacieron. Por un lado no podemos vivir sin ellas y por otro no las podemos absolutizar.

Pero las mediaciones que buscan la conversión de la propia libertad no se pueden imponer, para que las mediaciones liberen la libertad, deben seguir un proceso personalizador que nos permita transcender hacia aquel valor que se nos ofrece en aquella mediación.

Este proceso personalizador obra del espíritu, consta de cuatro pasos:

  1. Descubrimiento de los valores: concientización.

El hombre, decidido a vivir la aventura de su vida se encuentra con algún valor capaz de planificar su vida: la justicia, los pobres, la igualdad, la libertad, el hombre, etc.

Pero para que el conocimiento de ese valor no se quede en mera ideología es preciso que alcance otro nivel más profundo de la persona, es preciso que nos afecte vitalmente.

  1. Nos afecta en el sentimiento: corazón.

Cuando un determinado valor no solo es conocido racionalmente (ideología), sino que también nos alcanza el sentimiento (corazón), entonces tiene el poder de movernos, de motivarnos (de movere) por dentro, de posicionarnos vitalmente ante él. Entonces tiene el poder de suscitar una ACTITUD en nosotros. Esa actitud no es todavía un acto, pero tiene el poder de generar una dinámica de actos como respuesta comprometida ante ese valor que nos ha afectado y ganado el corazón.

  1. Nos mueve la voluntad hacia el compromiso: libertad comprometida.

Finalmente guiados y impulsados por esas actitudes que generan en nosotros un dinamismo creativo, pasamos a los actos, como respuesta de una libertad que se ve comprometida autónomamente con ese valor.

  1. Mediaciones adecuadas:

Son aquellas prácticas y ejercicios (mediaciones) mediante los cuales queremos comprometer nuestra vida con esos valores a los que somos sensibles, con el fin de que éstos terminen configurándonos en nuestros centros vitales y en todo nuestro hacer. A través de esas mediaciones, libremente asumidas y deseadas, se opera la sanación de mi yo narcisista por el descentramiento hacia ese valor que se va constituyendo en mi nuevo centro personal.

En resumen:
  • Toma de conciencia de los valores desde mi situación real.
  • Los valores me afectan en el sentimiento generando motivaciones y actitudes.
  • Estas actitudes desencadenan dinamismos que se convertirán en compromisos de la libertad.
  • Mi libertad se compromete con esos valores incorporando mediaciones que me permiten dar pasos hacia delante.

Tal es el proceso que sigue siempre la libertad en su forma de transcenderse a sí misma hacia los valores.

Para quien puede ser útil, un proyecto personal.

 

  • Para quien desee ir clarificando la propia vida, llena de inquietudes e ideales.
  • Para alcanzar un mejor autoconocimiento y trabajar dimensiones abandonadas de la propia personalidad.
  • Para afrontar crisis de autoimagen o crisis del realismo.
  • Para descender a los fondos del propio corazón, incluso a niveles no del todo conscientes.
  • Para quien tiene la sensación de no ser dueño de su propia vida y que se vive a sí mismo desde su rol.
  • Para quien nota, con los años que algo se le va removiendo por dentro.
  • Para el que se ve desbordado por la actividad, se siente extraño a sí mismo y quiere poner un poco de orden y de interioridad en su vida.
  • Para cuando surge una crisis de identidad ya sea porque necesita integrar nuevas experiencias, ya sea porque siente la necesidad de renovar y resituar su opción fundamental ante una crisis inesperada.
  • Para quien desee vivir en proceso permanente de renovación.

Si gran parte del éxito del proyecto depende de la  voluntad de verdad y de un buen autoconocimiento debemos cuidar muy especialmente todas aquellas mediaciones que nos ayudan a alcanzar este autoconocimiento.

Sin duda, una de las mediaciones más eficaces para el autoconocimiento es la del confidente, el amigo de calidad, el acompañante, o la de todas aquellas relaciones interpersonales que se muevan a estos niveles.

Dice Paul Tournier que: “En este mundo, nadie puede crecer en libertad y vivir en plenitud sin sentirse comprendido al menos por una persona… Quien quiera conocerse como es debido tiene que abrirse a un confidente libremente elegido y merecedor de tal confianza”.

 La introspección no nos sirve de mucho si de vez en cuando no la confrontamos con alguien que nos ayude a objetivarla. Una cosa es mirar con intensidad y otra ver bien. Podemos hacer todos los días un examen interior, podemos confiar todos nuestros secretos más íntimos a las páginas de un diario… y con todo, podemos seguir sin conocernos. Con todo ello podríamos, incluso, reforzar falsas imágenes sobre nosotros mismos.

Solamente llegamos a conocernos con una cierta garantía en el encuentro con otra persona a la que podamos abrir confiadamente nuestra intimidad para que nos la refleje como en un espejo.

Acompañante no es el que decide lo que debo o no debo hacer. Eso queda siempre en manos de uno mismo como único responsable, autor y actor de la orientación que quiera dar a su vida.

La persona es un ser que, sin saber ni cómo ni por qué, se encuentra plantado en el mundo con una innata aspiración a SER FELIZ, A VIVIR EN PLENITUD. El problema está en que esa plenitud no sólo no es fácil alcanzarla, sino que tampoco sabemos muy bien donde se encuentra ni en qué consiste.

Cuando ya en la adolescencia, una persona se asoma a ese enigma de aspirar a la plenitud de un modo consciente, empieza a tener las primeras intuiciones o sospechas de por dónde puede llegar a esa plenitud. Todo el resto de la vida va a ser un afanoso intento, frustrado o no, para encontrarla.

La palabra Proyecto viene del término latino pro-iectus  (de pro-icere), estar lanzada a…

El Proyecto Personal, nace de la necesidad de SER FELICES, HACER FELICES, VIVIR FELICES, de VIVIR EN PLENITUD, de sentir que, la vida como tal es un inexorable estar lanzada a vivir la propia existencia como un tener que escoger ser lo que una quiere llegar a ser. Es la existencia como libertad en su sentido fuerte. No sólo tenemos libertad de escoger esto o lo otro, sino que somos libertad para escoger lo que yo quiera hacer de mí mismo/a. El ser humano es libertad, una libertad limitada y condicionada, pero libertad de poder escoger lo que el quiera llegar a ser. Y esa es su suprema dignidad, su grandeza y su drama. Lo que le hace a uno ser hombre o mujer, llegar a ser “ser humano” es justamente el ejercitar su propia libertad.

Un día pregunté, ¿qué somos?, se me respondió:

somos las respuestas que vamos dando a lo que la vida nos presenta.

Iñaki Alberdi.

Zubiri llega a decir que: “Dios ha estimado que la libertad con que el condenado quiere sus penas es un bien superior a la existencia misma de las penas”.

Leibniz decía que el hombre es un “pequeño Dios”, porque tiene el poder, aunque limitadamente, de escoger ser lo que él quiera ser, y constituirse, limitadamente en creador  de sí mismo.

La gran cuestión, solía decir Zubiri, no es el “ser o no ser” de Shakespeare, sino el “tener que ser”, el tener que escoger lo que uno ha de llegar a ser. Porque  “Yo soy algo que no sólo voy siendo, sino que estoy surgiendo de mí mismo”.

El ser humano es un tener que ir más allá de lo que uno es, más allá de donde uno está. Por eso el proyecto no es facultativo de unas cuantas personas privilegiadas. El proyecto es constitutivo de todo ser humano, porque todo hombre/mujer se proyecta siempre en un futuro de esperanza y de inexorable tarea de auto elección.

Me encuentro y nos encontramos en el mundo dotados de una serie de cualidades, habilidades, posibilidades, recursos, personas que nos rodean, etc. En un determinado momento de mi vida descubro que, tomando todo eso en mis manos, (autonomía) tengo que hacer de mí lo que quiero llegar a ser. Todo lo que soy y tengo no es más que la materia prima para hacer de mí la persona que yo quiero escoger ser. Yo soy el artesano que, lo quiera o no, tengo que decidir sobre mi propia realidad. Lo tengo que hacer yo inexorablemente. Al final, depende indefectiblemente de mi propia decisión. El hombre es el escultor de sí mismo, “es mármol y escultor a la vez” (Alexis Carrel).

¿Qué es un valor?

Valor es todo aquello que sirve para satisfacer cualquier necesidad básica de la existencia, por ejemplo:

  • La necesidad de amar y de ser amado, de ser reconocido por las personas más significativas.
  • La necesidad de existir, alimentarse, tener un lugar para vivir.
  • La necesidad de ser competente y creativo en las tareas profesionales para afrontar los compromisos que comporta la vida, y de ser reconocido por los demás en ello.
  • La necesidad de dar un sentido a la propia existencia.
  • La necesidad de pertenecer a un grupo humano y ser reconocido y querido dentro de él.
  • La necesidad de autotranscendencia, de autosuperarse continuamente a sí mismo en función de aquellos valores en los que uno encuentra el sentido y la plenitud de vida: justicia, verdad, lucha por la paz….
  • Necesidad de centrar mi vida en el Amor, en la Verdad, en Dios como valor absoluto.
Porqué y para qué deseamos descubrir y vivir  valores.

Todo proyecto queda determinado por los valores en los que se fundamente.

No todos los valores liberan por igual. Y sobre todo: no todos los valores tienen el poder de rescatar al hombre del secuestro de la finitud a la que está encadenado.

Cada uno de nosotros actúa en la vida por un motivo determinado: realizarse a sí mismo, crecer, triunfar, amar y ser amado, en una palabra, ser feliz… Cuando logro contemplar toda mi existencia a la luz de una razón, de un valor, y de él refluyen como de su fuente inspiradora todas mis opciones y mis acciones, entonces tengo unificada mi vida en torno a un proyecto, entonces puedo decir que soy dueño de mí mismo, sé lo que hago y por qué lo hago: he hecho mi opción fundamental. El proyecto nace entonces como resultado de esta opción fundamental. Ese valor se constituye en la fuente de las motivaciones que le mueven a uno a actuar, a vivir, a amar,  a renunciar, a escoger, a decidir sobre el conjunto de la propia existencia.

La razón del proyecto personal está en que nos ayuda a expresar de modo explícito lo que queremos llegar a ser, el conjunto de valores en los que creemos y las estrategias para desplegar ese valor en mí como vocación. En este sentido, uno es su proyecto, lo que espera de su proyecto. Y viceversa, mi proyecto expresa lo que yo quiero llegar a ser, y al mismo tiempo expresa lo que soy. En el fondo, uno es más lo que de verdad quiere ser que lo que de hecho ya es. Y es que en el caso del hombre, lo que él quiere de verdad le define más que lo que él ya ha llegado a ser ahora mismo. El proyecto personal conlleva, por eso, una visión del conjunto de toda la existencia, tiene el poder se soldar el pasado, el presente y el futuro integrándolos en unidad de sentido y de sentido vocacional en función de su valor central, de su opción fundamental.

Cuando uno no ha descubierto todavía ese valor central capaz de totalizar toda su vida, vive satisfaciendo su mundo de necesidades (valores que no autotranscienden). Es un consumidor de actividades, objetos, personas, cultura… para satisfacer sus pulsiones, pero no construye nada definitivo con todo ello. Vivir integradamente desde un valor es empezar a construir una existencia consolidada por encima de la mera satisfacción de las necesidades básicas. No como represión de éstas, sino como seducción de aquel valor. En esto consiste justamente la autotranscendencia humana de la que nos hablan las filosofías existencialistas.

El proyecto exige un decidido ejercicio de discernimiento para descubrir lúcidamente detrás de qué anda mi corazón, qué es lo que en última instancia decide lo que de hecho yo estoy queriendo llegar a ser.

Ahora bien, la paradoja de toda autorrealización consiste en que ésta no se logra si no es al precio de salir de sí mismo, de descentrarse de sí mismo, “de perderse”. Es el precio que el hombre tiene que pagar como rescate del secuestro del yo, impotente para dar sentido a la propia vida. Ser persona es autotranscenderse, es descentrarse, es hacer la gran opción de poner en el centro de su yo algo/Alguien en el que pueda uno fundamentar y confiar su vida.

El hombre vive uno de los momentos más luminosos de su vida cuando descubre ciertos valores que se presentan como incondicionales. Estos valores se le presentan con un cierto carácter de absoluto, de forma que exigen de él una disponibilidad y respuesta incondicional. Así por ejemplo, los valores de trabajar por la justicia, por la verdad, por la solidaridad con los miserables… Este tipo de valores se descubren siempre en las experiencias de las relaciones interpersonales. No son valores abstractos, sino compromisos con los que me veo incondicionalmente implicado en mis relaciones y opciones con otras personas. Estas experiencias de incondicionalidad nacen con la adolescencia. Hasta entonces el niño vive llevado de la necesidad de satisfacer sus necesidades más básicas, lo cual le hace ser caprichoso. Ahora empieza a ser capaz de renunciar a sus caprichos y de dirigir su vida por y para los valores que le exigen vivir por encima de sus caprichos. El principio de placer empieza a dar cabida al principio de realidad, que diría Freud.

En el encuentro con los otros descubro por mí mismo ciertos valores a los que  me debo incondicionalmente, que son más firmes que yo mismo y que, por lo tanto, me obligan a autotranscenderme, es decir, a organizar mi vida en función de esos valores.

Antes de descubrir esos valores incondicionales, yo mismo era el valor central de mi propia vida. Todo giraba en torno a mí mismo. Ahora descubro que hay otros valores que se me imponen por sí mismos, que no puedo ignorarlos y que comprometen mi libertad: me debo a ellos. En esto consiste la autotranscendencia: yo pongo en el centro de mi yo un valor que me transciende al experimentarlo cono incondicional, es decir, al que debo entregarme para vivir en verdad y en autenticidad. En adelante, ya no soy yo el centro de todo (narcisismo), sino que descubro un valor soberano paradójico: por un lado me siento desplazado de mí mismo como centro de mi interés, y por otro, ese descentramiento es lo que me permite alcanzar tierra firme para dar sentido y plenitud a mi propia existencia, una plenitud y sentido que no podía fundarse en la inconsistencia de mi propio yo. El yo ha descubierto aquel valor que va a salvar su propia existencia de la finitud amenazante.

En esto consiste la capacidad que tiene el hombre de autotranscendencia. Ahora bien, esto es un descubrimiento y una opción de mi propia libertad. Nadie puede imponerme ese valor central de mi vida. Lo descubro yo y soy yo el que lo acepta como valor central. Se trata de una auténtica experiencia de iluminación interior que representa un salto cualitativo en la propia existencia.

 

Valores:

 NO-VIOLENCIA: Actitud y forma de vida.

  • No-violencia: como solución de conflictos.
  • No-violencia: como fuerza de la justicia.
  • No-violencia: como palanca de conversión.

HONESTIDAD: Ser sincero conmigo, no engañarme, ser sincero con vosotros, no engañaros. Con los clientes y usuarios, con la sociedad, ser honestos.

Repercusiones: Funcionar con este valor nos puede ocasionar conflictos con personas, enfrentarnos a personas que funcionen desde la manipulación.

Beneficios: Sentirnos satisfechos por ser fieles a nuestros principios y valores, crear relación basada en la confianza garantizada por la sinceridad y honestidad.

JUSTICIA: Ser justo en las decisiones, que una decisión no beneficie a una persona perjudicando a otra, siendo consciente de que cualquier decisión tiene ventajas e inconvenientes pues cada persona tiene sus necesidades creadas. Muchas veces me veo tomando una decisión que se opone a los intereses de otra persona. Buscar ese límite, difícil de encontrar, donde no se ocasione daño o perjuicio grave al otro, ni nos lo ocasionemos a nosotros mismos. Tema difícil y complejo pues no solo depende de mí sino que repercute a otros.

SOLIDARIDAD: Ser solidario significa participar de pensamientos, ideas, o proyectos y objetivos comunes con un grupo de personas con el que me solidarizo. Puedo ser solidario con muchos y diferentes grupos de signo y opinión. A veces nos creamos necesidades que para cubrirlas tenemos que pasar por encima de otras personas, necesidades fuera de mi alcance, con solo mis propios esfuerzos y es entonces cuando trato de aprovecharme de vosotros o de otras personas y con el beneficio obtenido cubrir mis necesidades. El ser solidario con vosotros pasa a veces por renunciar yo a cubrir alguna necesidad mía que considere menos importante en este momento que la vuestra y una vez cubierta la vuestra tratar yo de cubrir la mía. Solidaridad con otros grupos de personas, y surge en mí la pregunta ¿con quién deseo ser solidario?. Deseo ser solidario con los grupos o colectivos más desfavorecidos, con los pobres, económica y culturalmente, siendo realista en los planteamientos, el ser solidario con un colectivo puede que me haga posicionarme en contra de otro. Difícil de llevar a la práctica, me cuesta mucho, me veo anteponiendo mis intereses a veces prescindibles.

COMPARTIR: Deseo aprender a compartir mi vida, mis ilusiones, sueños, alegrías, penas, dificultades, desengaños. Desterrar el “yo me lo guiso yo me lo como”. Necesito conocer vuestros ritmos para no agobiar o para poder animar. No deseamos vivir solos nuestras historias. Alegrarme con vosotros, sufrir con vosotros, aprender a vivir con vosotros.

LIBERTAD: Deseo sentirme libre, tener libertad para expresar lo que siento, no sentirme coaccionado por vosotros y no sentir que coacciono a nadie, sentir que os respeto en vuestras decisiones. Deseo sentirme libre para decidir, y una vez que elijo y me comprometo y no puedo hacer lo que me dé la gana mi compromiso con vosotros  me obliga, me ata a vosotros y es algo que nos une, la libertad me permite elegir; elegir los lazos por los que deseo permanecer unidos a vosotros.

AUTOAYUDA: Deseo aprender a ayudarme y a ayudarnos, a estar ahí cuando me necesitéis, deseo aprender a pedir ayuda y aceptar recibirla. Mi autosuficiencia me traiciona y me creo capaz de comerme el mundo, estar atentos para con cariño bajarme de las nubes a la realidad de mis limitaciones.

AMAR: Deseo abrirme a descubrir y conocer el amor, deseo hacer del amor “EL VALOR” en el que permanezcan y viva todos los demás valores. Entendiendo que el amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.

Entendiendo que quien Ama, quiere para sí y para los demás Paz, Armonía, Gozo, Plenitud, Felicidad.

Entendiendo que quien Ama, quiere para sí y para los demás poder desarrollarnos en todas nuestras potencialidades, poder ser Auténticos, Libres y Verdaderos.

Todo esto deseo aprender a vivir.

Deseo tomar conciencia de estos valores.

Me motivan e ilusionan, deseo tener una actitud positiva ante ellos para vivirlos, deseo comprometerme con ellos desde mi libertad.

Deseo vivirlos no solo en la cabeza, sino en el corazón.

Conclusión

  El proyecto personal no consiste en trazarse un sistema objetivo de conducta. Plantear el proyecto desde esas claves es, justamente su trampa. Al árbol le viene el fruto de lo que va acogiendo y elaborando en sus raíces.

El proyecto ante todo presupone:

  1. una persona autónoma: capacidad de tomar la vida en las propias manos;
  2. una actitud: voluntad de autenticidad;
  3. y un ejercicio: discernimiento en el Espíritu.

Por la autonomía asumimos la aventura de la propia vida como algo irrenunciablemente mío. Por la voluntad de autenticidad nos proponemos conocernos, reconocernos y aceptarnos como somos. Por el discernimiento, trato de conocer lo que Dios quiere de mí personalmente en este momento de mi vida, para iniciar desde lo que soy un proceso, un Éxodo por los caminos que el Espíritu me irá trazando en la imprevisible novedad de la vida.

En el proyecto personal hay que ir al fondo y no perderse en las ramas: hay que ir al centro del corazón, que es donde se decide la vida y la vocación, donde se descubren los temas ejes. Se trata de fundamentar la vida como vocación en el autoconocimiento, en el saberme amado por Dios tal como soy y en el discernimiento de la propia historia como historia itinerante de salvación.

Creemos que el  proyecto personal, entendido como voluntad de autenticidad en el Espíritu, puede ser una buena mediación para fundamentar y orientar nuestras vidas. En cualquier caso, la propia historia creyente irá indicándole a cada uno su propio camino a seguir.

 

BIBLIOGRAFÍA, ENLACES:

Agradecimiento:

Esta Filosofía-Ideario está inspirada en la obra de Juan Mari Ilarduia

El Proyecto Personal como voluntad de autenticidad”.

Ed. Frontera Hegian

En la Web Escuelafeliz podemos encontrar libros y vídeos para reflexionar sobre:

Autoayuda, Autoconocimiento:

Educación, Comunicación, Escucha, Diálogo, Empatía:

Espiritualidad, Autorrealización, Valores:

Felicidad:


Proyecto Personal:  PDF

 

 


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