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Reflexión
En el monasterio había una serie de reglas, pero el Maestro no dejaba de prevenir contra la tiranía de la ley. La obediencia observa las reglas, solía decir el Maestro, pero el amor sabe muy bien cuando debe romperlas. Quién puede hacer que amanezca - Anthony de Mello.
Reflexión
¿Cómo puedo ayudar al mundo? Comprendiéndolo, replicó el Maestro. ¿Y cómo puedo comprenderlo? Apartándote de él. Pero, entonces, ¿cómo voy a servir a la humanidad? Comprendiéndote a ti mismo. Quién puede hacer que amanezca - Anthony de Mello
Reflexión
Quiero caminar junto a los que caminan. No quiero permanecer inmóvil, contemplando la procesión. Arena y Espuma – Gibran Khalil Gibran
Reflexión
Oración, amor, espiritualidad, religión, significan desprenderse de las ilusiones. Cuando la religión lleva a hacer eso, ¡óptimo!, ¡óptimo! Cuando se desvía de eso, es una enfermedad, una plaga para evitar. Una vez que las ilusiones son abandonadas, el corazón deja de estar obstruido, se instaura el amor. Entonces hay felicidad. Entonces hay transformación. Y solamente entonces, sabes quién es Dios... Anthony de Mello
Reflexión
La meditación es un peregrinaje hacia nuestro centro. Pablo d'Ors
El silencio es indispensable para regenerar el cerebro – LMEM
Fuente: El silencio es indispensable para regenerar el cerebro – LMEM
El silencio es indispensable para regenerar el cerebro
El silencio ha sido fuente de muchas reflexiones a lo largo de todas las épocas. Al mismo tiempo, hemos saturado los sitios en los que vivimos con tantos ruidos que cada vez es más complicado encontrarlo. Esto hace que cada vez sean más las personas que al no escuchar ruidos experimentan un abismo dentro de ellas mismas.
Tenemos un oído que actualmente está hiperestimulado. Lo más grave es que casi todos esos estímulos auditivos que recibimos del exterior son más o menos alarmantes. Rugidos de coches, bullicio, músicas estridentes, pitos, timbres… en fin… nada que inspire tranquilidad.
“La arena del desierto es para el viajero fatigado lo mismo que la conversación incesante para el amante del silencio”. -Proverbio persa
Experimentando con el silencio
Más allá de que estos estímulos incidan en nuestro estado emocional, la ciencia también ha comprobado que afecta el cerebro. Según un estudio llevado a cabo en Alemania por el Research Center for Regenerative Therapies Dresden, hay procesos cerebrales que solo se pueden llevar a cabo en silencio.
Hasta hace poco se pensaba que las neuronas eran incapaces de regenerarse. Sin embargo, con el desarrollo de la neurogénesis se ha comprobado que esto es un error. Todavía no está muy claro qué es exactamente lo que promueve la regeneración neuronal y cerebral. Pero ya hay pistas valiosas al respecto, y una de ellas es el silencio.
Los investigadores alemanes hicieron en principio un experimento con un grupo de ratones. El estudio consistía en dejarlos en completo silencio durante dos horas al día. Al mismo tiempo se haría una observación de sus cerebros para ver si esto originaba algún cambio.
El resultado fue contundente. Tras un tiempo de estar sometidos a esta rutina, pudo observarse que en todos los ratones estudiados se había producido un crecimiento del número de células dentro del hipocampo. Esta es la región del cerebro que regula las emociones, la memoria y el aprendizaje.
Los expertos también constataron que las nuevas células nerviosas se integraban progresivamente en el sistema nervioso central y que luego se especializaban en diferentes funciones. En conclusión, el silencio había producido un cambio muy positivo en el cerebro de los animales.
El silencio ayuda a estructurar la información
El cerebro nunca descansa, incluso cuando en un estado de calma estamos completamente quietos o dormimos. Este maravilloso órgano sigue funcionando, pero de una manera diferente. Cuando el cuerpo descansa comienzan a desarrollarse otros procesos que complementan los que se realizan cuando estamos activos.
Lo que sucede básicamente es que se produce una especie de depuración. El cerebro evalúa la información y las experiencias a las que hemos estado expuestos a lo largo del día. Luego organiza e integra la información relevante y desecha lo que no es importante.
Este proceso es completamente inconsciente, pero produce efectos conscientes. Por eso sucede que a veces encontramos respuestas durante el sueño. O logramos ver las cosas desde un nuevo punto de vista, después de haber descansado algunas horas.
Lo interesante de todo esto es que un proceso similar también se produce cuando estamos en silencio. La ausencia de estímulos auditivos tiene casi el mismo efecto que el descanso. El silencio, por lo general, lleva a que pensemos en nosotros mismos y esto depura las emociones y reafirma la identidad.
Los importantes efectos sobre el estrés
El silencio no solamente nos vuelve más inteligentes, creativos y seguros. El silencio también tiene efectos muy positivos sobre los estados de angustia. Los seres humanos somos muy sensibles al ruido. Tanto, que muchas veces despertamos sobresaltados por un objeto que cayó o por un sonido extraño.
Una investigación que se realizó en la Universidad de Cornell encontró que los niños que viven cerca de los aeropuertos mantienen un elevado nivel de estrés. Y no solo esto. También tienen una presión arterial más alta y presentan altos índices de cortisol, la hormona del estrés.
Por fortuna, también ocurre lo contrario. Y esto lo evidenció un estudio de la Universidad de Pavia, en el que se verificó que tan solo dos minutos de silencio absoluto son más enriquecedores que escuchar música relajante. De hecho, se evidenció que la presión sanguínea disminuía y que las personas lograban sentirse más despiertas y tranquilas después de este pequeño baño de silencio.
Como se observa, el silencio produce grandes beneficios tanto intelectuales como emocionales. Podríamos afirmar que mantenerte en silencio, al menos por pequeños lapsos al día, es un factor determinante en la salud cerebral. Y con ello, un elemento decisivo para mejorar nuestro estado emocional, salud y calidad de vida.
Imágenes cortesía de Magdalena Berny
Fuente: El silencio es indispensable para regenerar el cerebro – LMEM
Autora: Edith Sánchez
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Biografía y cuenticos – Anthony de Mello
Biografía y cuenticos – Anthony de Mello
Anthony de Mello S.J. (Bombay, 1931— Nueva York, 1987) fue un sacerdote jesuita y psicoterapeuta conocido por sus libros y conferencias sobre espiritualidad, donde utilizaba elementos teológicos de otras religiones, además de la tradición judeocristiana. Algunas de sus ideas fueron revisadas y notificadas como no ortodoxas por la Congregación para la Doctrina de la Fe el 24 de junio de 1998.
Sintiendo el llamado para el sacerdocio, inició sus estudios en la Compañía de Jesús, en Poona. Transcurrida esta trascendental etapa de su vida, se graduó en psicología, carrera que siguió en Estados Unidos, según la sugerencia y consejo del Padre Mann, provincial de la Orden.
Comenzó dirigiendo ejercicios espirituales para jóvenes novicios; que fueron el punto de partida para su carrera pública como director de almas, labor que continuaría durante toda su vida. Se basó en la metodología, los principios y la fuerza de los Ejercicios de Ignacio de Loyola, que había aprendido en España. Pero había agregado los ingredientes propios de su personalidad tan especial; y fueron numerosos sus retiros para la renovación del espíritu.
Participó en el Movimiento de Renovación Carismática, con gran intensidad. Ambas experiencias fueron la base de lo que vendría después.
Murió en la Universidad de Fordham, de un ataque cardiaco, la misma noche de su primer día en Nueva York, el 1 de junio de 1987 y tres meses antes de cumplir los cincuenta y seis años.
Sus restos descansan en el Cementerio de la Iglesia de San Pedro, en la ciudad de Bandra (India), donde había sido bautizado.
Posteriormente a su muerte, en 1998, la Congregación para la Doctrina de la Fe (dirigida por el entonces cardenal Ratzinger) investigó sus escritos y calificó algunos de ellos como «incompatibles» con la fe católica.
Algunas ediciones de sus libros llevan una hoja de precaución que indica: ‘Los libros escritos por el padre Anthony de Mello fueron escritos en un contexto multirreligioso para ayudar a los seguidores de otras religiones, agnósticos y ateos en su búsqueda espiritual, y el autor no pretendió que fueran un manual de instrucciones sobre la fe católica en la doctrina y dogmas cristianos. Sigue…
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Reflexión
Lo que transforma al mundo, es la palabra. Lo que transforma al hombre, es el silencio. Pablo d'Ors
El lujo de estar en silencio – LMEM
Fuente: El lujo de estar en silencio – LMEM
Jamás se nos habría nunca pasado por la cabeza que estar en silencio podría convertirse en todo un lujo. Algo solo disfrutado por unas pocas personas. Aquellas que pueden escapar de las rutinas que evitan que tengamos tiempo para nosotros, que nos someten y que nos hacen temer a la soledad y al completo silencio.
Los entornos en los que nos movemos son tan ruidosos que nos hemos adaptado de tal manera que pensamos que quedarnos solos y en silencio es algo negativo e incluso a algunas personas les causa mucha ansiedad. Así, es importante que nos hagamos determinadas preguntas para reconocer las implicaciones de este tipo de temor o limitación.
No nos damos cuenta, pero evitamos estar en silencio de una manera constante. Buscamos el ruido incluso cuando tenemos la oportunidad de alejarnos de él. Deberíamos preguntarnos qué motivo hay para tenerle tanto miedo al silencio. ¿Nos sentimos solos si no hay ruido?
¿Ponemos la radio dentro de casa cuando estamos solos porque no soportamos la presión de la ausencia de ruidos? ¿Tendemos a ir a lugares bulliciosos porque la soledad de nuestro hogar nos atormenta? Ni se nos pasa por la cabeza ir a yoga o practicar meditación, ¡qué estrés estarse quietos y en absoluto silencio!
Nuestra mente necesita estar en silencio
Lo cierto es que lograr ese silencio del que hablamos no es una tarea fácil e introducir un poquito de él en nuestra rutina puede ser todavía un reto más complicado. Muchos de nuestros deseos, aspiraciones o preocupaciones se encuentran allí donde hay ruido. Un ruido externo y un ruido interno, en una corriente de pensamientos con un pesado caudal que no cesa.
Se han realizado numerosos estudios al respecto. Son especialmente numerosos aquellos en los que se compara a las personas que viven en las grandes ciudades con aquellas que viven en entornos rurales. Las diferencias nos dejan con la boca abierta. Las personas que viven o trabajan en lugares muy ruidosos, que duermen escuchando el ruido o el bullicio de la ciudad que no cesa son más vulnerables a sufrir determinados problemas de salud.
Problemas en el aparato circulatorio, estrés, ansiedad… Si buscamos las principales causas de todos ellos, será fácil de encontrar a la falta de pausa en los primeros lugares. Nuestro piloto automático, tras años y años actuando de la misma forma, está preparado para saltar de un estímulo a otro.
El silencio no es incómodo, estar en silencio no nos pone nerviosos. Esto solo son creencias que intentan justificar algo que no queremos ver en nosotros. ¿A qué le tenemos miedo?
Sin embargo, nuestra mente necesita estar en silencio. Pues, solo gracias a la ausencia de ruido nuestras neuronas ven potenciado su crecimiento. Además, nuestra mente y nuestro cuerpo se relajan, liberándose de preocupaciones que pueden ser un cúmulo de problemas y de tensiones originadas por el ruido exterior. Porque cuando hay ruido, no podemos escucharnos; si no nos escuchamos, difícilmente vamos a poder contar con una mente lúcida y clara.
El ruido y la agitación nos alejan de nosotros mismos
Ya lo dice el budismo: “el ruido y la agitación nos alejan de nosotros mismos”. ¿Quién se dedica tiempo a sí mismo para conocerse? ¿Quién se regala unos minutos de meditación al día para calmar la mente, relajarse y tratar con los pensamientos que intenta ignorar, por dañinos e insidiosos, pero que por ello no dejan de ser intrusivos y causar malestar? Complicado verdad, cuando hay tantas tareas urgentes a las que atender, cuando ese tiempo para nosotros siempre se puede posponer para más adelante…
Además, estar en silencio es mucho más que practicar meditación o dejar la mente en blanco -una creencia sobre estas prácticas totalmente errónea. Es dejar de vivir en piloto automático y disfrutar más del presente. No es necesario hacer grandes cosas. Tan solo saborear una comida, apreciar sus sabores, disfrutar del sonido de los pájaros cuando paseamos por la naturaleza.
Todo eso, implica vivir. Porque si hay algo que provoca el estar constantemente rodeados de ruido es que no vivimos, existimos. ¿Para qué? Para hacer lo que tenemos que hacer, sin disfrutar, sin cuidarnos y mimarnos, sin darnos la importancia que tenemos. Tan solo nos movemos por motivaciones que muchas veces no son propias, sino ajenas.
“Algunos encuentran el silencio insoportable porque tienen demasiado ruido dentro de ellos mismos” -Robert Fripp-
No huyamos de estar en silencio. Apaguemos el televisor y abramos un libro. Hagamos ejercicio en un parque sin llevar auriculares en nuestras orejas. En nuestra vida cotidiana estamos sometidos a un ruido constante. ¿Por qué seguir haciéndolo cuando tenemos tiempo para nosotros? ¿Tenemos miedo de conectar con nosotros y con el mundo que nos rodea? ¿De qué estamos escapando?
Fuente: El lujo de estar en silencio – La Mente es Maravillosa
Autora: Raquel Lemos Rodríguez
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Después de estar media hora en absoluto silencio y soledad, ¿qué nos sucede? – LMEM
Fuente: Después de estar media hora en absoluto silencio y soledad, ¿qué nos sucede? – LMEM
No es ninguna contradicción: los instantes de soledad, de silencio y desconexión son necesarios para motivar nuestro impulso vital con más autenticidad. Es como oprimir un botón de reinicio donde cada pieza encaje con mayor sentido, donde hallamos esa claridad mental con la que comprender mejor a las personas, con la que poner filtros, definir prioridades y objetivos personales.
Miles Davis fue uno de los trompetistas y compositores de jazz más conocidos de la historia. Una vez, cuando unos músicos jóvenes le pidieron consejo sobre cómo conseguir su nivel de maestría y originalidad, Davis les dio sin duda una respuesta que no olvidarían jamás: si no existieran los silencios, la música no sería lo que es.
“La valía de un hombre se mide por la cuantía de soledad que le es posible soportar” -Friedrich Nietzsche-
Les indicó a su vez que la vida es como una partitura, ahí donde uno consigue hallar el ritmo al combinar instantes de actividad con momentos de soledad, silencio y reflexión. Solo así conseguimos hallar la inspiración y esa melodía escondida en nuestro interior, esa que de otro modo no podríamos escuchar.
Es sin duda un consejo acertado y evidente. Sin embargo, por lógico que nos parezca no siempre lo ponemos en práctica de forma efectiva. En nuestro mundo actual, por curioso que parezca, abunda en mayor grado un tipo de soledad camuflada y a instantes patológica de la que no siempre se habla.
Nos referimos a esa donde nos sumimos en la hiperactividad -buscando una falsa hiperproductividad- y en la hiperestimulación. Nos pasamos el día trabajando, conectados a las tecnologías, haciendo cosas, cumpliendo objetivos, satisfaciendo a los demás, envueltos en el ruido de nuestras ciudades. Y sin embargo, este rumor incesante y esa actividad imparable no siempre merecen las preocupaciones que nos generan o el tiempo que nos roban.
Si a ello le añadimos que a veces nuestras relaciones nos traen más soledad que felicidad, entenderemos por qué cada año ascienden las tasas de depresión y otros tipos de trastornos de salud que no podemos descuidar…
Los instantes de soledad son beneficiosos para nuestro cerebro
Debemos incidir antes que nada en un hecho importante. La soledad que nos beneficia y que revierte en nuestra salud física y psicológica es esa donde se combinan los instantes de soledad y aislamiento con la posterior conexión con el mundo, con su sonido, su forma, sus colores y riquezas sensoriales y sobre todo, con relaciones sociales significativas, ya sean amigos, pareja, familia, compañeros de trabajo…
El ser humano no está preparado para vivir en completo y permanente aislamiento. Un ejemplo llamativo lo tenemos sin duda en la cámara anecoica de los Laboratorios Orfield, en Minneapolis. Se trata de un espacio donde distintas empresas estudian el sonido de sus productos: teléfonos, motos, lavadoras… Es una habitación ultrasilenciosa donde el 99,99% del ruido es absorbido por las paredes de acero y fibra de vidrio, y donde a su vez se suelen llevar a cabo distintos experimentos psicológicos.
Se ha podido ver que, en promedio, nadie ha logrado estar en la cámara anecoica más de media hora. Las personas suelen salir desesperadas y presas del pánico al no poder resistir un silencio tan hueco, asfixiante y vacío.
En este espacio, la quietud es tan extrema que es común escuchar los sonidos del propio corazón o nuestra propia circulación sanguínea. Algo para lo que el cerebro no está preparado, algo que va en contra de nuestra naturaleza, de nuestra programación genética: fin y al cabo, somos seres sociales que necesitan conectar con su entorno más cercano, y cuando este carece de estímulo alguno, sencillamente, entra en pánico.
Por otro lado, mientras el aislamiento total afecta a nuestro equilibrio psicológico, el ocasional y delimitado en el tiempo lo beneficia. Los científicos nos dicen que los instantes de soledad bien distribuidos a lo largo del día son como “descargas eléctricas” capaces de reiniciarnos, de permitirnos recobrar la energía, el sentido y la inspiración.
Programa tus instantes de soledad para ganar en salud
Vivimos en una sociedad que adora la independencia, pero que sin embargo está cada vez más alineada, sobrecargada y acelerada. El avance de las nuevas tecnologías nos facilita que estemos más conectados que nunca los unos con los otros. Nuestras ciudades están cada vez más sobrepobladas. Asimismo, cada vez estamos más rodeados de luz artificial, somos menos activos físicamente porque tenemos la oportunidad de hacer infinidad de cosas sin pedirle más pulsaciones a nuestro corazón.
Los médicos, neurólogos y psicólogos nos dicen que nuestros cerebros se están “cableando” de forma muy diferente a cómo se cableaban hace 100 años. Recibimos tantos estímulos a lo largo del día y por tantas frentes que es casi “vital” que gestionemos un poco mejor todo este caos sensorial. Necesitamos calma, necesitamos silencio y soledad de vez en cuando para integrar todo ese torrente de información. El objetivo no es otro que hallarle un sentido.
Sin embargo, hay quien no sabe, aun más, hay quien siente un miedo casi atávico a quedar un día consigo mismo en soledad para conversar, para reflexionar. Tal encuentro puede ser casi tan terrorífico como permanecer media hora en la cámara anecoica de los Laboratorios Orfield.
Porque al igual que en ese espacio uno puede escuchar los sonidos del propio cuerpo, los instantes de soledad en lugares más cómodos pueden hacer que afloren los vacíos del propio ser, los miedos, las angustias, el nudo de los asuntos pendientes y la desnudez de una infelicidad no reconocida.
Fuente: Después de estar media hora en absoluto silencio y soledad, ¿qué nos sucede? – LMEM
Autora: Valeria Sabater
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Este material ha sido realizado y difundido con el esfuerzo y trabajo de personas. Seamos responsables, actuemos con responsabilidad.
Si alguna persona u organización cree que se ha infringido alguno de sus “derechos de autor” y “copyright”. en algún artículo o entrada, le rogamos se ponga en contacto con nosotros para su retirada.
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